JORDI LLAVINA, La Vanguardia, 20.09.2006, La Vegueria Penedès

Me encuentro en un céntrico café de Vilafranca (una de las cuatro posibles capitales de la —espero que futura— Vegueria Penedès) con el abogado Dídac Gallego, que es un hombre —constato— de palabra certera e ideas claras. Quería que me explicara al dedillo la reivindicación de una veguería propia para el Penedès y que me pusiera al día sobre el estado de la cuestión.
Fundada en mayo de 2005, la asociación “Per una vegueria pròpia” (hoy, “Vegueria Penedès”; www.vegueriapropia.org) defiende la agrupación, en la futura división territorial del país, de los dos Penedès, el Garraf y l’Anoia. Por de pronto, abona su petición la misma fisonomía del paisaje
(“paisaje” es una palabra que un agricultor de pura cepa jamás emplearía). Unos usos de la tierra muy parecidos, idénticos cultivos, una estructura económica e industrial también similar. Al frente de dicha asociación, personas de ideología muy variopinta, mayormente progresistas, y de ámbitos profesionales y asociativos también muy diversos.
La asociación está librando una batalla ideológica sin parangón, y la mayoría de opciones políticas de las autodenominadas progresistas y hasta las consideradas conservadoras han terminado por apoyarles. Paradójicamente, sólo una parte del PSC y otra de ICV no están de acuerdo con la reivindicación —que, por otro lado, ya lleva colectadas más de 10.000 firmas de apoyo, cuenta con el espaldarazo de 43 ayuntamientos y de 3 Consells Comarcals y con el aliento de 300 asociaciones y empresas. ¿Por qué algunos socialistas y ecosocialistas nos quieren meter en la cola metropolitana en vez de defender una entidad propia que sin duda acercaría —acercarᗠlos servicios al ciudadano y velaría —velarᗠpor una mayor calidad de vida y por una identificación también mayor con su entorno natural y urbano? La respuesta —imagino— está en la evolución histórica de ese proteico partido que es el PSC (así como en la deriva reciente de los chicos de Saura): ¿dónde pueden cosechar más votos y dónde suponen que podría darse una hipotética fuga mayor? Razones para defender la Vegueria Penedès las hay a montones: la identidad geográfica; la defensa del territorio (un mayor prurito de control para que el polígono no termine por zamparse totalmente la viña); la misma personalidad histórica (el Penedès contó con la veguería de Vilafranca de 1304 a 1716. Con la nueva veguería se corregiría la fragmentación provincial impuesta por el Estado desde 1833 y remachada por Franco —que, por cierto, nada tenía de socialista); la unidad económica y social; la descentralización (mejor distribución de los servicios sanitarios, administrativos, etc.), el bienestar y la sociabilidad (cuestiones de vigilancia ecológica, entre muchas otras). Hay más, pero no quiero apabullar al lector. Todas, razones de peso y de cariz eminentemente progresista. Difícil creer que haya quien pueda oponer alguna argumentación que no se limite al puro electoralismo. En esa alma (doble, triple o cuádruple) del PSC ya se han abierto algunas heridas al respecto. Y al doctor Montilla, la verdad, no le veo yo restañando esas llagas. Gallego es nacido en el mismo centro de Vilafranca. Como Fèlix Simon, el
portavoz de Vegueria Penedès. Me digo que la conciencia de unos cambios execrables, en el centro de la ciudad pero también en el entorno penedesense, debe de ser un poderoso acicate para tomar conciencia sobre la necesidad de acercar la administración al ciudadano y de conservar el espíritu de un país. Yo voté por la Vegueria Penedès hace ya muchos meses. Admiro la proyección que está teniendo su noble empeño, su voluntad pedagógica, su presencia en todo tipo de actos culturales y sociales, la ingente inversión de horas y esfuerzo. No me cabe la menor duda de que, como la fruta al punto de sazón, vamos a lograr nuestros objetivos. Caerán por su propio peso —que es un peso moral y ético incontrovertible.